martes, 20 de mayo de 2014

En la hora


En la hora de nuestra hora. Anunciada por el gallo. Buscar mi hálito en el espejo como única prueba. Vosotros que habéis acompañado a un hombre ahogado. Vosotros que os habéis jactado de invitaciones. De invitaciones a siestas de dolor. A noches eternas ahogadas. Sudorosas. En las que chocamos con porosos cuerpos negros. Traed al ermitaño que me tenía en sus sueños. Traedlo a mi lecho de muerte y semen para tener la gran charla. Ahora que no tengo nada que temer ante sus reproches. Reproches del espectro oscuro y la llama ancestral. Traedlo y dejar que mire mi rostro. Que huela mis llagas. Aguantad la risa ante su compasión si queréis. Pero abridle paso y dejad que coja mis manos si así lo desea. Que presuma con falsa modestia de su concha, si así también lo desea. Dejad que sea él quien tanto tiempo ha estado esperando este momento diga las últimas palabras. En la hora de nuestra hora.  




No hay comentarios:

Publicar un comentario