martes, 20 de octubre de 2015

Soñé con la plenitud. Con la plenitud de la muerte. En un gran plano vacío. Sólo había luz. Una luz que se cortaba a unos 12 fotogramas por segundo. Y mis extremidades se insertaban en ella repasando al detalle heridas y callos de los roces vividos. Y el vacío se hizo sonido. Un sonido tenue de corazón sincronizado con los cortes; de los fotogramas, de mi cuerpo muerto y pleno.







Poema publicado en Anónimos 2.3. 2015